Al comenzar la guerra civil los militares sublevados, para dar apoyo en la retaguardia, organizaron en las ciudades que quedaron en su poder una serie de milicias auxiliares con nombres muy parecidos, como Guardia Cívica de Salamanca, Defensa Ciudadana de Badajoz o Acción Ciudadana de Zaragoza. Estas milicias, al estilo del Somatén primorriverista, se encargaban de la defensa del orden público, vigilancia, control, represión política, abastecimiento. Los miembros de estas milicias, arma en mano, se dedicaban a realizar los servicios anteriormente reseñados y a hacer constar su adhesión a la sublevación militar.

Acción Ciudadana inicialmente tuvo una estructura propia, orgánicamente independiente integrada por individuos de reconocida adhesión al nuevo régimen. En ellas se agruparon personas de carácter conservador que, o bien no querían alistarse en Falange o el Requeté o no podían ir al frente, por edad o por los servicios que prestaban en los medios de producción. En algunos casos también se incluía una sección femenina en estas organizaciones, como en la Acción Ciudadana de Zaragoza, encargada de la fabricación de cartucho.

Tras el Decreto de Unificación de 19 de abril de 1937, Acción Ciudadana desapareció como grupo autónomo, quedando subsumido en la estructura de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (F.E.T. Y DE LAS J.O.N.S.).