Inocencio III toma bajo su protección a la iglesia de Huesca, establece que se observe en la misma la regla de san Agustín, confirma sus posesiones, ratifica las instituciones hechas por el obispo con el consentimiento del cabildo y prohibe la admisión de laicos para canónigos y la posesión por derecho hereditario de cemenerios y beneficios eclesiásticos.