Teresa Jiménez de Urrea, priora del monasterio de Sigena, concede a los vecinos de Villanueva, con el consentimiento de la infanta doña Blanca, monja de Sigena, la partida de la Pobla para que en ella puedan labrar, sembrar y pacer sus ganados, reservándose las pechas, diezmos, primicias, y otros derechos que pagan los habitantes de Villanueva, según se especifica en el documento.

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