El papa Gregorio VII, a petición de Ramiro I de Aragón y de su hijo García, obispo de Jaca, señala los límites orientales y septentrionales de este obispado; confirma las donaciones de monasterios y otros bienes a la misma Iglesia; establece que la sede sea trasladada a Huesca cuando esta ciudad sea liberada de los árabes; concede que la justicia sobre clérigos sea ejercida por dicha Iglesia sin ingerencias de reyes y nobles; ratifica la donación de trece iglesias hecha por el mismo Ramiro I y la del monasterio de Santa Masas de Zaragoza por el obispo Paterno, a la Iglesia de Jaca.
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