La reconstrucción tras la guerra civil supuso el reto de transformar los escombros y ruinas en una realidad ineludible y española, empleando a toda la sociedad en el llamado Espíritu Nacional. 

 Planteó el debate entre la homogeneidad que exigía el Estado de pensamiento único y la pluralidad regional. El Estado vigiló los modelos arquitectónicos y decidió los estimados válidos para la manifestación de su ideología.


 
 
 

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