LAS PRIORAS DE SIGENA:

María de Urrea (1510-1521)

Primera página del testamento de la priora María de Urrea, conservado en un protocolo notarial de Antonio Serveto, alias Revés (1521-1522) (ff. 18r-20r). Fue transcrito por Carmen Morte, Ana Ágreda, Carolina Naya y Elisa Ramiro aqui.

María de Urrea pertenecía una de las casas que habían estado presentes desde la fundación del monasterio en 1188 por la reina Sancha de Castilla y tuvieron una estrecha relación con la monarquía. 

Debió nacer entre 1459 y 1463. Fue hija de Beatriz de Bolea y de Jimeno de Urrea, titular de una de las ramas menores del linaje, que tenía en la comarca de las Cinco Villas una de las localidades más importantes de su patrimonio como vizconde de Biota y señor de Sestrica. Su hermano, Jimeno de Urrea, fue el último vizconde de Biota. Al fallecer, el vizcondado pasó a manos de María de Urrea.   

Fue priora desde mayo de 1510 hasta su fallecimiento el 8 de mayo de 1521.

Además de pertenecer a esta importante casa de la nobleza, María de Urrea destacó por haber puesto en marcha un importante proyecto de renovación del patrimonio artístico del monasterio de Sigena, que continuaría después su sucesora Beatriz Oncinellas (1521-1543), y que giró en torno a las pinturas del artista conocido como «Maestro de Sigena», los retablos de alabastro y las esculturas del artista Gabriel Joly. Así, entre otros proyectos sufragó el órgano y el retablo de pintura que se situó en la capilla mayor de la iglesia monástica hasta comienzos del siglo XVIII. 

Su implicación con el monasterio era total. Un documento del 7 de abril de 1522 señala que la priora financió con su propio dinero estos proyectos y dejó constancia de su mecenazgo en el retablo mayor colocando el blasón de la casa de Urrea. En 1514, tenía en sus manos el vizcondado de Biota y los lugares de El Bayo y Sestrica, herencia de su padre. La falta de liquidez del monasterio, hizo que vendiera estas propiedades a Miguel Jiménez de Urrea, conde de Aranda, por 200.000 sueldos jaqueses. 

En su testamento, además de donar sus bienes a otras religiosas, trató de resaltar el vínculo de la casa de Urrea con el monasterio desde su fundación. Así, expresó su deseo de ser enterrada junto a los de su predecesora, la priora Teresa de Urrea (1297-1321), en la iglesia, ordenando la creación de una nueva tumba que conservara los restos de ambas.  

 

BIBLIOGRAFÍA