Los cronistas de Aragón
Jesús Gascón Pérez
Universidad de Zaragoza
La evocación del oficio de cronista de Aragón remite de modo inmediato a Jerónimo de Zurita, considerado unánimemente como el «príncipe de los cronistas oficiales de la Corona de Aragón», según expresión utilizada por Ángel Canellas en su ya clásico estudio de 1986. Sin embargo, tal evocación es incompleta, pues se centra de forma exclusiva en el primer ocupante del cargo y eclipsa sin remisión a quienes lo ejercieron a partir de su muerte en 1580. Hasta la desaparición del oficio a comienzos del siglo XVIII le sucedieron, entre otros, Jerónimo de Blancas, Juan Costa, Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, Juan Francisco Andrés de Uztárroz, Francisco Diego de Sayas y Diego José Dormer, amén de otros hombres menos conocidos.
Conviene advertir, además, que a este cargo, sufragado por la Diputación aragonesa desde 1548, se sumó en 1599 el de cronista de la Corona de Aragón, de nombramiento real. La nómina de sus ocupantes es más reducida y no incluye solo autores aragoneses, pero entre estos se hallan de nuevo los hermanos Argensola y Dormer, que simultanearon ambos oficios, y José Pellicer de Ossau. Finalmente, sobra decir que una investigación rigurosa no puede limitarse solo a los cronistas oficiales del rey y del reino. Debe atender también a los autores que, por iniciativa personal o bajo el patrocinio de otras instituciones o de miembros relevantes de la sociedad aragonesa, elaboraron escritos históricos.
Entre los primeros se encuentran, por ejemplo, el arzobispo de Zaragoza don Hernando de Aragón, el conde de Luna y fray Jerónimo de San José. Y entre los segundos, Vicencio Blasco de Lanuza, fray Diego Murillo y Gonzalo de Céspedes y Meneses. Todos ellos, en conjunto, constituyen un elenco digno de estudio, tanto por sus interesantes peripecias vitales como por el contenido y la suerte de las obras que compusieron.
Sin duda, el análisis minucioso de la información relacionada con estos asuntos permitirá perfilar con mayor detalle el panorama historiográfico de los siglos XVI y XVII, lo que redundará en un mejor conocimiento de una etapa fundamental de la historia aragonesa.
Los otros cronistas. Una tradición historiográfica
