A la muerte del rey Pedro sin hijos, le sucedió su hermano Alfonso. Éste continuó la política de desmantelamiento de la sociedad andalusí del valle del Ebro, conquistando ciudades como Tudela, Calatayud y Zaragoza, e hizo de Aragón la mayor potencia de la península ibérica durante décadas.
Tras su matrimonio con la reina Urraca de Castilla, se involucró en la política de Castilla y adoptó el título de “emperador”; también extendió su influencia por el suroeste de Francia.
En julio de 1134 fue derrotado por los almorávides en Fraga. Logró escapar malherido y murió en Poleñino el 7 de septiembre. Sus restos se depositaron en el castillo de Montearagón hasta su ruina en el s. XIX, en que se trasladaron a San Pedro el Viejo de Huesca.
Alfonso I no tuvo descendientes, por lo que, en su testamento (que no se pudo cumplir), hacía entrega del reino a las órdenes militares.
Documentos de Alfonso I en DARA