Con el objetivo de dar continuidad al linaje regio, la hija de Ramiro II fue comprometida, cuando apenas tenía un año, con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, aunque el matrimonio no se celebró hasta 1150.
Tras el fallecimiento de su padre recibió la dignidad real aragonesa, pero el gobierno de Aragón estuvo en manos de su marido hasta la muerte de este, en 1162.
Dos años después, ella abdicó a favor de su hijo Alfonso, y se retiró de la actividad política hasta su deceso, acaecido el 15 de octubre de 1173. Fue enterrada en la catedral de Barcelona.